jueves, 10 de mayo de 2007

Estación Medellín, un espacio para la memoria


Hasta el año 1981, el Ferrocarril de Antioquia tuvo vida; uno de los emblemas del progreso de Medellín y Antioquia había desaparecido para siempre. Hoy, quienes no lo vimos rodar, vivimos de las historias que nos cuentan algunos adultos que lo disfrutaron y de los vestigios que sirven como memoria del ingenio y la grandeza que debió significar la obra para su momento.

Sin duda, uno de los emblemas más significativos de esta obra, fue la Estación Medellín, una estructura de estilo neoclásico francés que se levantó entre 1907 y 1914 en medio del corazón de la ciudad: Guayaquil, donde el viajero era recibido por el bullicio y el ambiente de una plaza pública atestada de gentes de todas las clases y condiciones, la diversidad de aquel entonces, una de las razones por las cuales se le considero a este espacio durante muchos años como un puerto seco.

La estatua de Francisco Javier Cisneros, el ingeniero Cubano que estuvo a cargo de gran parte de esta obra, vigila sigilosamente la entrada a esta, la casa del Ferrocarril, que reposa aún después de casi un siglo, como memoria de un tiempo muy importante para el devenir urbano y económico de la ciudad. Hoy no alberga a los viajeros de antes, ni persigue los afanes de otros tiempos, ni suena, ni huele a terminal. Ahora los bancos, los restaurantes, los sitios de comidas rápidas, las librerías y las oficinas de entidades públicas y privadas, hacen parte de lo que hoy parece más un pasaje comercial, que una estación de tren.

De todos modos, la plaza pública que conserva en el centro, con la locomotora antigua de marco referencial, da la sensación de un espacio agradable para el encuentro de los ciudadanos, un espacio para la apropiación. Tomadores de tinto y fumadores permanecen sentados, conversando y discutiendo sus asuntos en unas mesas agradables a la vista, que invitan a permanecer un rato con el simple ánimo de pasar el tiempo en un sitio que, a pesar de estar ubicado frente a una de las calles más atestadas y contaminadas de Medellín, aparece reposado y tranquilo, incluso fue dotado allí un auditorio para eventos académicos.

La Estación Medellín fue declarada Monumento Nacional en el año 1982 y, por tanto, fue restaurada tres años después. Hoy es un referente histórico, de los pocos que conserva Medellín y, a pesar de no contar con la misma vocación, sirve como resistencia al olvido que nos persigue, para que cada vez que pasemos como transeúntes desprevenidos no nos deje el tren de la memoria.
Escrito por Daniel Botero Arango

1 comentario:

Anónimo dijo...

muy interesante. Pero el edificio fue declarado monumento nacional en 1996, mediante decreto 746 del 24-04-96. Ver: http://www.medellin.gov.co/alcaldia/jsp/modulos/P_ciudad/pot/acuerdo62/index.jsp